Relatos de los orígenes

Esta exposición es representativa de los últimos siete años de investigación y desarrollo artístico, filosófico y espiritual del autor, donde se zambulle dentro de variadas inquietudes de su más personal propuesta inicialmente oscura y desdibujada, sólamente alumbrada con tenues destellos de intuición y que, a través de un trabajo de gran honestidad y esfuerzo, se ha ido aclarando y consolidando convirtiéndose en una propuesta de pintura contemporánea, muy personal con enfoque tradicional, en cuanto a temática y técnica, que intenta ir penetrando en los misterios originarios de la conciencia y la libertad ocultos en el insondable silencio del buen Dios.

Temática

El artista presenta una fina conexión de cinco grandes ciclos temáticos: teología, moralismo, mitología grecolatina, mitología maya y mitología mapuche, siempre consciente de la gran dificultad que entraña cada uno por la grandeza y complejidad que encierran. Esta diversidad tiene en común el aspecto fundacional de la historia, cultura y alma humanas. A través de la  común experiencia metafísica del ser, en cuanto a humanidad, y su relación trascendental con la realidad que lo invade desborda, exaltando su natural sentido de lo divino hasta alcanzar los niveles de sobrenaturalidad determinada esencialmente por la cercanía de la verdad teológica de la revelación. 

(“El bautismo de Jesucristo” y “El domingo de Resurrección y el seno de Abraham”)

En el ciclo de teología, intenta poner en juego las aportaciones iconográficas del oriente y el occidente cristiano reunidos y actualizados con una personal sensibilidad contemporánea, consciente de la dificultad que entraña este desafío, el artista va escogiendo los principales hitos de la revelación, abordados en el tradicional esquema del santo rosario, para ir progresivamente ampliando y perfeccionando las propuestas a la vez que profundiza en el misterio de espiritualidad. 

(“Mascarón de proa” y “El naufragio”)

El ciclo moralista se basa en la obra satírica “La nave de los necios”, publicada en Basilea en el s.XV (en el original alemán, Das Narrenschiff; en su traducción latina, Stultifera Navis) escrita por Sebastian Brand, que, en una sucesión de 112 episodios críticos acompañados cada uno de un grabado, critica los vicios de su época a partir de la denuncia de distintos tipos de necedad o estupidez. Una reflexión con respecto al tema del mal y su fundación en la libertad metafísica radical del ser humano.  

(“El rapto de Europa” y “Pan y Siringa”)

En el ciclo de mitología grecolatina el pintor ofrece una relectura de Las Metamorfosis de Ovidio, genial obra poética en quince libros publicada el año 8 d. C., que narra la historia del mundo desde su creación hasta la deificación de Julio César, combinando con excepcional belleza y libertad la mitología e historia de la época.

(“Ixquic y los cuatro búhos mensajeros de Xibalbá” y “La fecundación de Ixquic”)

En el ciclo de mitología maya, el artista busca representar al estilo tradicional occidental los relatos plasmados en el libro “Popol Vuh”, también conocido como “Libro del Consejo” que, presumiblemente siendo una recopilación de textos y relatos orales del s. XVI hecha por fray Francisco Ximénez, atesora gran parte de la sabiduría y muchas de las tradiciones mayas en un compendio de aspectos de gran importancia como religión, astrología, mitología, costumbres, historia y leyendas que relatan el origen del mundo y de la civilización así como de los muchos fenómenos que suceden en la naturaleza.

(“Licarayen y Peripillán furioso”, “La fecundación del Trauko”,”La producción de las plantas” y “El sacrificio de Licarayen”)

En el ciclo de mitología mapuche el artista se basa en la apasionante obra de investigación titulada “Trentrenfilú” del italiano Alberto Trivero, que a finales del s.XX con gran perseverancia logró recorrer y entrevistar a varios pobladores del sur de Chile, para así recopilar los principales mitos cosmogónicos orales que se transmiten a través de las generaciones. Una etnia inmortalizada en el importante poema épico español del siglo XVI “La Araucana” de Don Alonso de Ercilla, del que será fuente de  un nuevo ciclo de pinturas en torno a la formación de la identidad chilena. 

Técnica

Esta exposición se trata de cuadros pintados al óleo tradicional con la adición de resinas alquídicas que aportan excelentes propiedades de secado y estabilidad a la capa de pintura. La paleta de color está principalmente basada en los colores primarios y algunas tierras y los fondos son blancos con imprimaturas normalmente de color medio a veces fríos -en grises azulados o verdosos- o cálidos -en tierras u óxidos de hierro- La técnica en la que está desarrollada la obra está firmemente anclada en la tradición técnica de los últimos 500 años de pintura al óleo, sin desaprovechar el aporte de la tecnología digital y la fotografía.

Para el artista ha sido interesante y, sobre todo, deseable abordar estas temáticas con un lenguaje que sintetice y contenga la gran amplitud de los recursos plásticos y visuales que hemos ido acumulando como cultura y es el resultado a toda una vida de estudios de las obras clásicas, procedimientos técnicos de la pintura, trazados geométricos y armónicos, con gran énfasis en el modelado del claroscuro. El tratamiento de la luz y la composición intenta envolver al espectador y hacerlo participar de la escena que se presenta vívida e intensa ante sus ojos.

Consciente de los valores artísticos contemporáneos pero muy respetuoso del imperio la sensibilidad artística personal, el pintor ha visto necesario e imprescindible plantear esta manera de “buen hacer” desde el punto de vista del artesano tradicional, como manera de mantener vivo un gusto por este noble y antiguo -pero siempre actual- oficio de la pintura.